lunes, 26 de julio de 2010

¿Adicción a las redes sociales?

En los últimos años la presencia de las redes sociales ha generado cambios importantes en la comunicación, no sólo personal, sino dentro de diferentes organizaciones. Incluso el asunto de las redes sociales se ha vuelto tema de conversación en centros de trabajo, ambientes académicos y reuniones sociales.

Si uno se propusiera hacer un experimento al respecto, bastaría con salir a caminar a una plaza y poner atención a lo que los demás comentan. Es muy posible que no pasaran más de diez minutos y uno escuchara las palabras “facebook” o “twittea eso que dijiste”. También es muy posible observar a muchas personas solas escribiendo en una lap top o algún equipo celular, mediante los cuales se conectan a estas redes. Y surgen varias preguntas al respecto: ¿Por qué se han vuelto tan importantes las redes sociales? ¿Se estarán convirtiendo en una adicción?

Es muy posible que las redes sociales hayan cobrado un significado fundamental, más por un aspecto social e informativo, que por un fenómeno comercial. Algunas empresas y organizaciones reconocen que podrían obtener grandes beneficios mercadológicos si buscaran la manera de promocionarse en estos medios, sin embargo no se han dedicado a ello.

En cuanto a la difusión de información, parece que aún falta mucho, sin embargo son cada vez más las personas que por estos medios logran comunicarse (noticieros, reporteros o individuos que tienen algo que expresar). Las ventajas en este sentido son enormes, ya que el costo es muy bajo y la velocidad es mucho mayor que otros medios como radio o televisión.

El tema que ha generado mayor polémica, desde una perspectiva psicológica, es el de las relaciones interpersonales y las redes sociales. En este sentido las opiniones son muchas: existen los que consideran que este medio es un beneficio para poder “acercar” a las personas; por el contrario, también están los que piensan que las redes sociales son dañinas pues generan una adicción, que provocan que las relaciones se vuelvan virtuales y en realidad la gente se aleje de los demás.

En realidad, se tendría que estudiar a fondo el uso que cada persona le da a estos medios, para poder definir si es “adicto” o no y especificar si se trata de algo dañino o un beneficio (o ninguno de los dos). Esto es debido a que, en el estudio de la mente y los fenómenos de personalidad, se puede caer en datos subjetivos si se generalizan y se establecen conclusiones. Sin embargo, hay algunos elementos que pueden ayudar a aclarar esta situación:

No obstante que en los compendios de psiquiatría y psicopatología aún no se ha establecido ni clasificado algún trastorno que tenga que ver con la adicción a las redes sociales, se podría pensar que los criterios no serían muy distintos a los que existen para definir otras adicciones. El DSM-IV TR (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales) define los principales criterios para las adicciones (principalmente a sustancias). En este caso, se presenta una hipótesis de cómo se podrían establecer, los mismos puntos, para diagnosticar una adicción al uso de las redes sociales:

· Necesidad creciente por mantenerse conectado a las redes.

· Síndrome de abstinencia: definido como un estado de malestar, emocional y físico, mientras no se encuentra en contacto con las redes sociales.

· La persona permanece en las redes un periodo más prolongado de lo q originalmente se pensaba.

· Existe un deseo persistente por conectarse, aún cuando se encuentra realizando otras actividades.

· Hay una reducción o abandono de otras actividades (sociales, laborales o recreativas).

· La persona continúa conectándose con frecuencia a estas redes, a pesar de tener conciencia de que esto tiene efectos dañinos para ella/él.

Otro factor muy importante a estudiar es el ¿para qué se hace uso de las redes sociales? ya que esta respuesta explicaría también si una persona hace un uso adictivo o no.

Se puede suponer que aquellos que las usan para: mantenerse informados de las últimas noticias; los que se mantienen en contacto porque así pueden tener comunicación con viejas amistades o enterarse de los planes de su grupo; o los que se conectan porque les parece un pasatiempo agradable; están haciendo un uso de alguna manera responsable (siempre y cuando no se caiga en los excesos arriba mencionados).

Sin embargo, los que usan las redes sociales como: un medio para evadir otras situaciones o su estado emocional; los que encuentran en ello la única manera para relacionarse con otros; o los que no pueden evitar el uso de las mismas, puede ser que se sean personas que tienen un problema al respecto y es recomendable que busquen ayuda (atención psicológica, grupos o actividades que impliquen convivencia social).

martes, 8 de junio de 2010

De un país destinado a ser grande...

"Y así podemos ser el gran país que México está destinado a ser" fueron palabras de Felipe Calderón respecto al proyecto "Iniciativa México".
Mucho se ha dicho ya de este proyecto, hay opiniones a favor, en contra y personas con una gran esperanza. He leído y escuchado ideas como que "se trata de un reality show más", hay quienes dicen que es una gran distracción para "el pueblo" para evitar que centremos nuestra atención en otros asuntos. Por otro lado, los optimistas dicen que es una gran oportunidad y que puede resultar muy positivo.
No voy a expresar una opinión al respecto, porque creo que mi postura es una mezcla de todas las anteriores, además, este espacio no es para hablar de política sino de... mmm, seres humanos (aunque eso debería ir de la mano con más frecuencia).
Mi tema hoy es la palabra "destino". El presidente dice que estamos destinados a ser un gran país, ¿eso significa que aún no lo somos? O cuando usamos expresiones de "si se puede" o "ya se pudo", hablando de futbol (o de cualquier tema), ¿significa que antes no se podía?
Cuando pienso en esto recuerdo mis clases en la facultad, un maestro (filósofo, antropólogo y psicólogo) nos decía que México es un país destinado al fracaso. Él no lo decía porque creyera que no tuviéramos las herramientas para el éxito, sino porque, desde su opinión, llevamos bajo la piel esa leyenda: "es la historia de una tierra destinada a perecer" (como dice una canción).
Este maestro hablaba de la historia desde la conquista, de cómo un pueblo fue obligado a someterse ante una nueva cultura y a aceptar incluso rendir culto a deidades en las que no creía.
Yo creo que tiene razón en que ese es nuestro pasado, el problema es que nos hemos acostumbrado a justificarnos cómodamente y decir: "uy no, cómo crees que un mexicano va a poder". Entonces, cada vez que escucho palabras como "sí se puede" o "estamos destinados a ser grandes" siento que en ellas va implícita la idea de que tal vez no podemos porque no hemos podido antes... Éste se vuelve un círculo sin salida y volvemos a caer en lo mismo.
Me parece que sería mucho mejor abrir los ojos y darnos cuenta que no somos un país destinado a la grandeza, sino que siempre hemos sido grandes, pero hemos estado ciegos para asumirlo...

viernes, 4 de junio de 2010

De una comida... ecléctica.

Hoy en la tarde, después de pasar toda la mañana corriendo de un extremo a otro del Centro Médico, decidí, junto con mi padre, buscar algún lugar para comer. Cuál sería nuestra sorpresa al descubrir un... ¿local?, justo en el lugar en donde dejé el auto, con un letrero que decía: "caldo de camarón, camarones, filetitos...", etc., y se nos antojó tanto que decidimos quedarnos. Y ahí comenzó nuestra aventura...

Al dar un paso dentro de, lo que es el garaje de una antigua casa, lo primero a llamar la atención es la sensación al pisar, como si entrara a un establo. Así es, todo el piso está cubierto de aserrín y "se ve lindo" pienso, "aunque eso es más común en los lugares del norte, en donde venden cortes y esas cosas". Sin embargo, dejo de lado ese pensamiento y observo las mesas, las únicas dos mesas, "está bien, se ve...mmm...agradable: algunos lirios en floreros de cristal, algunos bancos de madera y sobre la mesa una ¿carta? (un pedazo de papel en copia) en la que se repite el menú: "caldo de camarón, coctail de camarón, sopecitos, chalupas", sin ningún precio ni bebidas, nada.

Unos minutos después se acerca un joven, un tanto nervioso y nos pregunta qué vamos a querer, decidimos probar con los camarones, "un caldo y un coctail". Se va el mesero y momentos después aparece lo que yo creí que era una alucinación: una mujer de aproximadamente 55 años, con unos pantalones pescadores de mezclilla, chaleco negro, zapatos rojos con punta de arlequín y decoraciones en lentejuela, el cabello de colores y despeinado. Perece que padece cierto tipo de artritis, por las formaciones redondas en los dedos y los brazos. Además, tiene una mirada penetrante, ojos azules y dirigiéndose precisamente hacia nosotros. En ese momento no sé qué hacer, es imposible evitar verla y supongo que debe sentirse incómoda o ¿molesta? No lo sé, no sé cómo interpretar esa mirada. Otra gran sorpresa fue oirla dar órdenes a nuestro mesero, "ah ya... ella es la dueña!"

Un rato después regresa el mesero con lo que pedimos y después se va hacia la calle. Yo, por más que trato de posponerlo, creo que necesito pasar al tocador... "nooo" pienso. Bueno, le pregunto a la mujer en cuestión y ella le habla a un niño y le dice que me lleve al baño, "¿que me lleve? ¿estará lejos?". El niño sale de una puerta y me llama, la puerta da hacia el interior de una casa, al fondo veo una sala vieja, un comedor, todo de madera apolillada. En la pared un cuadro extraño, un retrato al óleo de un hombre joven que aparece casi de perfil. A la izquierda unas escaleras que suben como caracol... Tardo mucho observando así que paso rápidamente al tocador y regreso.

Al volver a la mesa está mi padre solo, me dice que además pidió unos tacos de bistec. Aparece una niña de unos trece años y al fondo del garaje, (que olvidé decir que está dividido por una gran lona azul que nos impide ver la otra parte). Se oye un grito de furia, de la mujer del principio y la niña se mete atrás de la lona. Mi padre y yo nos vemos sin saber qué decir y nos limitamos a terminar pronto de comer.

Al parecer está muy molesta por "algo" con "alguien.

Regresa a donde están las mesas y entra una persona q pregunta el precio del caldo: "mm...no sé, será... $35... ó $25? supongo!". La persona se va y minutos después se oyen otros gritos, esta vez es una discusión acerca de los precios. Después silencio...

Mi padre y yo decidimos que ya era suficiente de aquella extraña situación y decidimos pedir la cuenta... pero a quién? Esperamos y aparece de nuevo el mesero, quien por supuesto duda mucho al momento de hacer la suma de lo que debemos. Finalmente le pagamos, nos pide disculpas y dice: “perdón, pero cuando está alcoholizada la señora, así se pone” y vuelve a irse pues no tiene cambio.

Mi padre se va al coche, pasan cerca de diez minutos y reaparece la niña… me da un cambio equivocado “me faltan diez pesos”, pensé. Sin embargo, dije: ya que se quede así…

Al salir volteo hacia la izquierda del patio, hay una imagen de la virgen de Guadalupe en un marco de madera finamente tallado. Lo más curioso es que a su lado hay un letrero que dice: “rastas” y otro: “se lee la mano, tarot, cartas, café y runas”.

No sé ustedes qué opinan, yo terminé desesperada y hasta un poco asustada. No sé por qué, pero de pronto me sentí como dentro de una novela de Carlos Fuentes...

Es increíble todo lo que uno puede encontrar si tan sólo voltea hacia adentro… de un garaje y de una mirada.

Annie Mad

jueves, 6 de mayo de 2010

De las fotos sin cámara

"He estado tomando fotos toda mi vida, aún antes de tener una cámara...".

Esta frase es de una de mis películas favoritas, en ésta, la actriz explica cómo al enfocar una imagen se encuentra en medio de una historia ajena, pero en la cual se va involucrando. Es sorprendente cómo esas palabras vuelven a mi cabeza con frecuencia cuando doy un paso fuera de mi casa. Basta con detenerse y observar, más allá de la apariencia de las cosas, encontrar detalles y escuchar todo aquello que no se dice, para comprender un momento específico. Incluso debo confesar que en ocasiones, me descubro haciendo hipótesis del pasado o del futuro de la escena que tengo enfrente.

Hace unos días me ví obligada, mientras hacía una larga fila, a ser testigo de una discusión de "pareja" en la que en realidad poco quedaba a la suposición. Él le reclamaba a ella por seguir "metiéndose en su vida" le decía que ya todo había terminado y que dejara en paz a su esposa; también le comentó que no quería saber nada de ella ni de su hija, y que ella era la responsable porque había decidido tener al bebé, cuando él no estaba de acuerdo. Ésta podría parecer una historia muy común en nuestra sociedad, pero haberlo vivido tan cerca fue verdaderamente impactante.
Quizá no fue el suceso como tal lo que me impresionó, sino las palabras ofensivas y la forma despectiva en que alguien se dirigía hacia la persona con la que, asumo, en algún momento entabló una relación.
Y como siempre, después me quedé reflexionando sobre el tema. Esta vez no me interesa hacer una observación psicoanalítica acerca de los factores que llevaron a esta mujer a involucrarse en esta relación y a permitir tanto abuso; o de los elementos que generaron en él esa personalidad narcisista y sádica. Mi intención es pensar como miembro de un grupo social, de un grupo de personas que sienten y viven en un mismo lugar.
Independientemente de los factores subjetivos o inconscientes, llama la atención la frecuencia con la que se sabe de dichos casos o algunos similares en el país. En mi experiencia industrial-clínica podría afirmar que dos terceras partes de toda la gente que evalué comparten una historia en común, de abuso, de violencia y en muchos casos de familias desintegradas.

Es curioso y hasta paradójico pensar que un país que se jacta de su calidez, unión y apego, sea también sede de miles y miles de grupos en los que reina la violencia y en donde, lo que menos hay es un trato cálido y humano.

Se me ocurren varias hipótesis para explicarlo; pienso que un factor muy importante es la situación económica, que definitivamente genera demasiado estrés y mal humor en cualquiera que vive, al menos en esta ciudad. Quizá también tenga que ver con el pasado cultural, la historia de un pueblo sometido y obligado a seguir ciertas costumbres ajenas, que puede haber marcado de resentimiento a esta sociedad, aunque no compartamos como tal esas experiencias, al menos existe la idea de que aquellos que habitaban estas tierras así lo vivieron.

Pueden ser muchas las causas, pero finalmente aquí estamos. La pregunta es: ¿qué haremos al respecto?

¿Qué opinan?